Después de una derrota como la de ayer, dolorosa por cómo se dieron las
cosas, tengo varios pensamientos y sentimientos encontrados. El primero fue que
el mejor equipo de la Argentina en este último tiempo no lo demostró en estos
180 minutos y creo que eso en gran parte, es mérito de Boca.
Boca creó las chances más claras en ambos partidos, en la Bombonera,
dispuso de 3 chances claras para marcar una diferencia, siempre con nuestro
capitán y emblema Juan Román Riquelme como estandarte de la ofensiva. En este
partido revancha, en una ráfaga de 10 o 15 minutos, supo crear dos chances muy
claras para anotar, con dos cabezazos de Nicolás Blandi, el 2do estrellado en
el palo luego de un centro de Román. Quiero remarcar además el gran trabajo
defensivo del equipo, en parte, comenzando por Agustín Orión, que en todo
momento brindó seguridad, Leandro Marín que se ganó el puesto “vacante” de número
4 y la labor en este partido de vuelta de Claudio “Chiqui” Pérez que sorprendió
a propios y extraños y la firmeza de Matías Caruzzo, que se vio empañada por su
yerro en la tanda de penales.
No sorprende lo de Clemente Rodríguez, que parece tener 5 partidos en
Copa Libertadores. En un partido así y como se estaban dando las cosas no puede
hacer esto, haciéndole pagar los platos rotos a todo el equipo, pensando
solamente en su calentura y en hacerle frente al árbitro sin pensar en lo
perjudicial que era eso para el equipo más allá de su rendimiento regular, además que nunca logró gravitar en ataque ni
asentarse en defensa.
En lo que queda del semestre hay que pensar en los cuatro partidos del
torneo local y sumar la mayor cantidad,
para terminar lo más arriba posible y buscar la clasificación a la Copa
Libertadores 2014 sumando muchos puntos o ganando la Copa Argentina.
Más allá de los malos resultados del equipo suplente en el torneo
doméstico, creo que el equipo titular, el de la Copa, logró una mejora enorme
desde el partido de Corinthians en la Bombonera que se
cambió la mentalidad y se mejoró la imagen de la fase de grupos.
Ahora y más que nunca, soldado del virrey.
Por Juan Cruz Aznarez (@chinoaznarez)
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