(EFE).- La selección
de Brasil llegó a la final de la Copa Confederaciones con una sufrida victoria
por 2-1 sobre la de Uruguay en un partido duro, lleno de faltas y de tensión
que decidió un gol de Paulinho en el minuto 85.
Una individualidad de Neymar propició
el rechace que Fred convirtió en el primer tanto brasileño, al filo del
descanso, y después el nuevo jugador del Barcelona lanzó el saque de esquina
que transformó Paulinho en el gol de la victoria.
Edinson Cavani anotó el gol de
Uruguay, que pudo haberse puesto por delante en el marcador con un penalti que
falló Diego Forlán cuando el partido estaba empate a cero.
De haber acertado podría haber
cambiado la historia de un duelo que, a grandes rasgos, respondió a las
expectativas de uno de los clásicos suramericanos de mayor rivalidad.
La tensión y la rivalidad extremas se
tradujeron en un encuentro duro, con mucho contacto, bastantes faltas por ambas
partes y pocos espacios para que el fútbol fluyera.
Uruguay jugó mejor que Brasil en
varias etapas del partido y anuló en gran medida la creación de los
anfitriones.
El equipo de Óscar Washington Tabárez
impidió a Brasil repetir un inicio de partido avasallador como ocurrió en los
tres primeros encuentros de la primera fase, con una presión muy arriba, en la
que estaba implicado hasta el trío ofensivo de la Celeste.
El centro del campo uruguayo, con un
trabajo ingente de Cristian Rodríguez, una sombra constante para Paulinho, y de
Edigio Arévalo Ríos, muy atento a todos los movimientos de Oscar, impedía que
Brasil pudiese desarrollar su habitual juego de toque.
Con el equipo anfitrión muy lejos de
la portería rival, la primera gran ocasión del partido fue un penalti en el
minuto 12, fruto de un agarrón de David Luiz a Diego Lugano.
Forlán fue el responsable de tirar el
penalti, en medio de un estruendoso abucheo por parte de la afición local, pero
Julio César, con una estirada espectacular, evitó el gol.
La presión uruguaya mantuvo a Brasil
con las manos atadas en gran parte de la primera mitad y hasta la media hora, a
pesar de su dominio del balón, solo produjo un par de ocasiones, un tiro lejano
de Oscar y una internada de Paulinho.
Los visitantes tampoco lograron crear
demasiado peligro porque rifaban el balón en exceso cuando iniciaban los
contraataques.
Sin progreso en el juego colectivo,
Brasil salió del atolladero gracias a una jugada individual de Neymar, que se
internó en el área y trató de superar por alto al portero Fernando Muslera, que
palmeó y dejó el balón a los pies de Fred, que solo necesitó empujarlo a gol.
Nada más regresar del descanso,
Uruguay estableció las tablas con un remate certero de Cavani, después de una
serie de toques y un mal rechace de Thiago Silva, que regaló el balón en su
propia área al delantero rival.
Eran los mejores minutos de Uruguay.
El equipo celeste tenía más presencia ofensiva gracias a los desdobles entre
Luis Suárez y Forlán, que causaron grandes problemas a Brasil.
La entrada de Bernard, joven talento
del Atlético Mineiro, oxigenó el juego de Brasil, y la subida de Marcelo, que
se instaló en la posición de extremo, le imprimió velocidad. Brasil comenzó a
pisar el área celeste con más asiduidad.
A pesar de su gran dominio, Brasil
tuvo dificultades para poner a prueba a Muslera y solo el saque de esquina
teledirigido de Neymar a la cabeza de Paulinho le permitió el pase a la final,
ante una selección de Uruguay que no dejó de luchar.
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