jueves, 26 de septiembre de 2013

Cracks en Blanco y Negro: Roberto Perfumo

En tiempos de defensas convulsionadas y falta de referentes, hay que hacer una mención especial a un crack que marcó para siempre la historia del fútbol argentino. Porque desde el momento en que el apodo “Mariscal” se apodero de él, es inevitable volver a repetirlo cada vez que un central seguro, temperamental y con liderazgo aparece.

Nacido en Avellaneda el 3 de octubre de  1942,  Roberto Perfumo fue el “mejor número 2 del fútbol argentino”, según transmiten los hinchas futboleros que tienen más de cinco décadas encima. Luego de pasar por los inferiores de River donde jugaba como mediocampista central, fichó en la tercera de Racing y ahí fue donde encontró su puesto, cuando lo corrieron de defensor central. Debutó en primera división en 1964 a los 22 años cuando Federico Sacchi -otro histórico central- fue transferido a Boca dejándole su lugar en la zaga de la academia.

Desde ese momento el “Mariscal” no se movió más de la defensa racinguista, donde jugó 232 partidos llevando a Racing a lo más alto del fútbol mundial, logrando el campeonato de 1966 y al año siguiente la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental frente al Celtic de Escocia.

En 1971 de Avellaneda pasó al Cruzeiro brasileño donde logró el tricampeonato en el Campeonato Mineiro y en una ocasión la Copa Mina Gerais. Estos títulos lo transformaron en ídolo en un país donde los argentinos todavía no eran muy bien bienvenidos en el fútbol.

En 1975 el “Mariscal” volvió al fútbol argentino para vestir la banda de River. Ese mismo año salió campeón del Metropolitano, logrando cortar una racha de 18 años sin títulos que perseguía al club Millonario. Además de ese importante título, Perfumo conquistó con el club de Núñez el Nacional de ese mismo año y el Metropolitano del ’76.

A los 36 años Perfumo le puso fin a su carrera como futbolista, siendo River su último destino. Ganador en todos los clubes donde jugó, su cuenta pendiente estuvo  en la selección argentina donde en ese entonces, el desorden y la falta de profesionalismo de los dirigentes de la AFA no ayudaban a lograr ningún objetivo.

Por Gastón Ninin (@gasty93)

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