martes, 24 de septiembre de 2013

Un Nobel a la redonda

Era 1904 y lejos de la glucosa - mucho más del Premio Nobel-, un joven Bernardo Houssay  tuvo su tarde de gloria en la historia del fútbol argentino. Si, un futbolista Premio Nobel.

El equipo al que enfrentaba era un club nuevo que surgía de la unión de los equipos Santa Rosa y La Rosales, un tal River Plate. Lejos de los Labruna, Alonso o Francescoli; River con un andar irregular en la Tercera División ya había sido derrotado por el equipo de la Facultad de Medicina de la UBA en el partido de ida, pero Houssay no había podido jugar por tener que actuar como juez de línea, ya que por aquellos años cada árbitro asistente era representado por un jugador suplente de cada equipo.

En el partido de vuelta, los “Millonarios” con Leopoldo Bard, socio fundador, defensor y luego presidente, a la cabeza intentaban tomarse revancha de aquella derrota. Lo que no tuvieron en cuenta fue que aquel árbitro del partido anterior era imparable en el extremo derecho. Bard le miro la espalda todo el encuentro y Houssay convirtió dos goles vistiéndose de héroe. La Facultad de Medicina volvía a ganarle a un River en desarrollo, esta vez por 3 a 2.

Pudo haber sido un gran jugador o uno del montón, lo cierto es que después de su tarde gloriosa como futbolista decidió nunca más volver a ponerse los cortos “oficialmente”, retirándose siendo uno de los primeros verdugos de uno de los clubes más grandes de la historia del fútbol nacional. Finalmente, el papel de las hormonas pituitarias en la regulación de la glucosa le ganaron a la redonda.

Por Gastón Ninin (@gasty93)

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