El 24 de diciembre de 1914, en medio de la Primera Guerra
Mundial, soldados alemanes y británicos decidieron parar de pelear para la
Nochebuena y Navidad (sin permiso de sus respectivos Ministerios de Defensa), y
al día siguiente, un soldado británico sacó una pelota de fútbol, y soldados de
ambos frentes se unieron en un partido. Dejaron las armas y celebraron la
Navidad en paz y con una pelota de por medio.
El asesinato en Sarajevo del heredero al trono austriaco,
el Archiduque Francisco Fernando, fue el detonante de la guerra. El Imperio austrohúngaro,
el alemán y el otomano conformaban el grupo de las Potencias Centrales;
Francia, Reino Unido y el Imperio ruso se encontraban del grupo de los Aliados.
Durante la primera etapa del conflicto, se desarrolló lo
que se conoce como “guerra de trincheras”. La mayoría de ellas estaban ubicadas
en la frontera franco-belga y allí murieron miles de soldados. Cinco meses después
de iniciada la guerra, soldados británicos y alemanes que peleaban a lo largo
de la línea de trincheras que iba de Ypres a Neuve Chappelle decidieron parar
de pelear para la Nochebuena y Navidad.
En la noche del 24, compartieron charlas, comidas,
canciones y aprovecharon para escribir cartas a sus seres queridos. Al otro
día, un soldado escocés apareció con una pelota de fútbol, y rápidamente británicos
y alemanes realizaron un partido, que ganaron los alemanes por 3 a 2. El
partido se acabó cuando el Oficial en Jefe alemán tuvo constancia del hecho y
ordenó que el encuentro se terminara, y después de dicha orden, ambos bandos
regresaron a sus trincheras y la fraternidad terminó.
El teniente alemán Johannes Niemann contó: “Un soldado escocés apareció cargando un
balón de futbol, y en unos cuantos minutos ya teníamos juego. Los escoceses
hicieron su portería con unos sombreros raros, mientras nosotros hicimos lo
mismo. No era nada sencillo jugar en un terreno congelado, pero eso no nos
desmotivó. Mantuvimos con rigor las reglas del juego, a pesar de que el partido
sólo duró una hora y no teníamos árbitro. Muchos pases fueron largos y el balón
constantemente se iba lejos. Sin embargo, estos futbolistas amateurs a pesar de
estar cansados, jugaban con mucho entusiasmo. Nosotros, los alemanes,
descubrimos con sorpresa cómo los escoceses jugaban con sus faldas, y sin tener
nada debajo de ellas. Incluso les hacíamos una broma cada vez que una ventisca
soplaba por el campo y revelaba sus partes ocultas. Sin embargo, una hora
después, cuando nuestro Oficial en Jefe se enteró de lo que estaba pasando,
mandó a suspender el partido. Un poco después regresamos a nuestras trincheras
y la fraternización terminó. El partido acabó con un marcador de tres goles a
favor nuestro y dos en contra. Fritz marcó dos, y Tommy uno”.
En uno de los tantos actos conmemorativos que se
realizarán hasta 2018 por el centenario de la Primera Guerra Mundial, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico
y la federación inglesa anunciaron hace unos días que financiarán la
construcción de un campo de fútbol cerca donde se produjo ese partido, en Ypres.
La idea es organizar un torneo juvenil con equipos de toda Europa para
“continuar los mensajes de paz y entendimiento, que se asocian con el partido
original de la tregua de Navidad de 1914″, según declaró Ged Roddy, director de
los Juveniles de la Premier League.
En plena guerra, el fútbol sirvió de unión entre dos
bandos enemigos que compartieron un momento de paz con una pelota de por medio
y sin armas en su poder. Una Navidad que disfrutaron como futbolistas dejando
de lado la enemistad, aunque sólo fuera por unas horas.
Por Daniel López (@danilopez1414)