El Scudetto italiano del 73/74 no fue un
campeonato más. Fascistas confesos habituales de la noche romana, armas y
fútbol se juntaron en la Lazio dirigida por Tommaso Maestrelli. Un
equipo dividido a muerte en un vestuario comandado, por un lado, por el
goleador y figura Giorgio Chinaglia. Y por el otro, el lateral izquierdo y habitué
del paracaidismo en sus ratos libres, Luigi Martini.
"Éramos el reflejo de una época
violenta, casi de guerra civil, y había que definir de qué parte se estaba",
reflejó años después el arquero del conjunto lazial Felice Pulici. Los
cruces en los entrenamientos se volvían batallas y equivocarse de vestuario
podía costar un botellazo.
Ni los buenos resultados cambiaron el
ambiente de un plantel que vivía armado en las concentraciones porque según
propia palabra de los jugadores “temían un atentado de las Brigadas Rojas”. Apuntar
a las botellas vacías, pájaros y luces era el juego predilecto de este equipo. Sergio
Petrelli, defensor Biancocelestti,
cansado de levantarse a prender y apagar las luces, utilizaba su Magnum 44.
Pero eso no era suficiente para Petrelli. Un día, tras un amague de ataque de
unos fanáticos de la Roma probó, desafiante, a su compañero exjugador del equipo
rojo Giacomo La Rosa al grito de "ahora
vamos a ver si realmente sos del Lazio", y le disparó a las piernas. La Rosa
permaneció una semana en cama con 40 grados de fiebre.
Los pistoleros del Lazio lograron la
coronación en la anteúltima fecha venciendo 1 a 0 al Foggia, con Chinaglia convirtiendo 24 goles y consagrándose en el ídolo máximo de los tifosis. "Long
John", como le decían a Chinaglia, estaba en la cresta de la ola.
Su debut con el “Toto” Lorenzo, los ascensos y descensos habían quedado atrás.
Luego del título, “Long John” recibió una
jugosa oferta y se fue a jugar al Cosmos de Pelé y Beckenbauer donde era
más que un jugador: "A Pelé -contó Chinaglia en una de sus entrevistas-
primero le hablé como jugador. Le dije que jugara más por afuera, que me dejara
más espacio por el centro. No lo tomó bien. Y entonces, como además de jugador
yo también era dirigente del Cosmos, le dije: O lo haces o te vas."
Tras su paso por los Estados Unidos, Chinaglia logró la presidencia del Lazio en 1983, pero no le fue nada bien. El
descenso a la Serie B y un escándalo de sobornos fueron lo único destacado de
su vida como dirigente. En el año 2006, persistente, “Long John” volvió a la
carga por la presidencia como cara de un grupo inversor húngaro que quería comprar
las acciones del club y devolverlo al alto mando. Utilizando cualquier tipo de
medio de persuasión, Chinaglia contrato a cuatro ultras de la afición lazial conocida
como los “irreducibili”. Estos aprietes al presidente y al entrenador de
los matones, tuvieron como desenlace, a los “irreducibili” en la prisión
y a Chinaglia condenado por aprietes y amenazas teniéndose que ir a los Estados
Unidos, donde murió de un ataque cardíaco en abril de 2012.
Los casos de corrupción no solo quedaron
en el goleador del equipo. Pino Wilson, el principal aliado de “Long John” en
el vestuario, fue condenado por corromper a jugadores para arreglar partidos en
el escándalo del Totonero de 1980, que envió a Lazio y Milan a la B.
También Martini, su archienemigo en el vestuario, fue implicado en un caso de
corrupción como diputado neofascista.
En la memoria de los tifosis laziales
quedará el entrenador Maestrelli que murió
de un cáncer de hígado en 1976, dos años después del título y el volante
Luciano Re Cecconi, que cuarenta y seis días más tarde, en una acción que
describía al “grupo salvaje” de pies a cabeza entró a una joyería bromeando: "Arriba las manos, esto es un
asalto”, y el joyero lo mató de un balazo en el pecho.
Por Gastón Ninin (@gasty93)
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