Maestro de muchas
generaciones, fue, es y será por siempre un ganador. Pocas personas consiguen
lo que quieren y en donde quieren, Angel Amadeo Labruna es una de ellas.
Con la sangre roja y blanca
en las venas, a los 8 años empezó su amor con la banda cuando su padre lo llevó
al club del barrio. Ni La Boca, ni Boedo, ni Avellaneda, Núñez su barrio y su
destino lo unía a River donde fue el más grande lejos.
Debutó el 18 de junio de
1939 con la camiseta “Millonaria” y no se la sacó más durante 20 años siendo figura
de uno de los equipos más grandes de la historia del fútbol argentino: "La
Máquina" junto a Juan Carlos Múñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y
Félix Loustau. Es el jugador que más veces vistió la banda con 515 partidos. Convirtió
un total de 292 goles en River pero, sin dudas, los más gritados fueron los 16
goles que hizo enfrentando a Boca, récord que nadie todavía pudo igualar.
Además, su influencia goleadora, ayudó a conquistar al club de Núñez un total
de 13 títulos nacionales- 9 Primera división, 3 Copa Ibarguren y 1 Copa
Escobar-.
A pesar de llevar a
River a lo más alto, un telegrama le dijo a Angelito que no podía seguir en su
casa: “Yo de River no me fui, más bien me dijeron que me tenía que
ir, que es distinto”, declaró Labruna en su momento. Como cuando te echan de
donde vivís Labruna estaba perdido, un paso breve por el Rampla Juniors
uruguayo y Rangers de Talca chileno no lograron llenar el vacío que le dejó River. Hasta que
apareció Talleres para salvarlo literalmente de que se mate, y a pesar de esto, su cabeza siempre siguió estando en el
Monumental. Finalmente, se retiró en 1960 a los 43 años con la camiseta de
Platense que le abrió las puertas luego de su paso poco exitoso por el club cordobés.
En
el esplendor de su carrera Labruna sufrió la ausencia de la selección argentina
en los campeonatos mundiales por eso solo conquistó 2 títulos con la
albiceleste: la Copa América de 1946 y 1955. Pero igualmente no se quedó sin
jugar un Mundial, lamentablemente, con una mala experiencia: Suecia 1958 y el desastre
son siempre recordados por la eliminación temprana de un equipo con grandes
jugadores.
Pero
la historia no termino ahí. Angelito siempre quería más. En 1967 le ofrecieron
entrenar a Defensores de Belgrano y él
aceptó. Fue su primer club como entrenador donde en ese campeonato clasificó
primero de la división B. Luego pasó por Platense hasta que se reencontró con
su amor, River, desde ‘68 hasta el ’70 etapa donde no consiguió títulos, pero
iba a tener revancha. En 1971 agarró a Rosario Central, que luchaba campeonatos
pero no lograba títulos. Labruna cortó esa racha y salió campeón después de
ganarle a Newell’s en semifinales con la recordada palomita de Poy.
En
1975 volvió la gloria, volvió su gloria. Después de 18 años sin salir campeón
nadie más que él podía sacar de esa racha negativa a River. El Metropolitano de
ese año fue un quiebre en su carrera como técnico armando un equipo imbatible. A ese título lo siguieron 5
más y la leyenda de Labruna creció traspasando las décadas y las generaciones.
Además
dirigió a Talleres de Córdoba, Racing, Lanús, Chacarita y Argentinos Juniors,
club que dirigía cuando falleció como consecuencia de un paro cardíaco.
Gastón
Ninin (@gasty93)
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